Las artes conmueven de tal manera a los espectadores que por tan sólo un momento recrean un sin fin de historias y recuerdos pero sobre todo, llenan de color la vida. Es así como al terminar de festejar el día de la danza, teatro o próximamente el día de la música en innumerables recintos culturales, escuelas o espacios públicos la magia se desvanece y todos vuelven a su realidad, menos los artistas.
Con una mirada detenida en el pasar de la gente Ana Catalina Valencia dijo “en la danza es dónde hay menos apoyo, es una pena que gente del gobierno se acuerde que existe la danza sólo el día de la misma. Conozco muchos compañeros que ensayan todo un año o medio año para ese día y después quedan olvidados en apoyos económicos o de espacios”.
Los estudios realizados en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el Centro de investigación Coreográfica del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), de igual forma colaborar en obras de compañías independientes como actriz, coreógrafa y asistente de producción, pertenecer al Ensamble Coral y Sinfónica de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y al grupo de son jarocho, Jaguar de Azúcar, son para Catalina: “ una forma de expresarme, nutrir mi espíritu, mi cuerpo, de decirle algo a la sociedad”.
“La danza y la música me han enseñado mucho, me forme en teatro pero la música y danza son las bases de la vida. Porque para mí se han convertido en refugio, terapia, diversión, en todo. ” Figura con una sonrisa en el rostro.
De una manera enérgica la artista englobó que esto ha sido gracias a su personalidad rebelde, atrevida, y que nunca nadie le impuso nada, pero que también evadió observar el acoso y misoginia dentro de las artes, ya que se observa como predominan los varones en la producción aunque poco a poco esto ha ido cambiando, aclaró de igual manera “yo si admiro a los compañeros varones porque es un medio difícil tanto para hombres como mujeres y admiro a los que están más allá de esas limitaciones”.
Una de las obras más importantes que recuerda tocándose su vestido de olanes Valencia fue “trabajar con el monólogo María Magdalena Ilumina, fue un trabajo que sentí lleno de bendiciones por el apoyo de la escritora y director al darle la palabra a una mujer”.
Ana Catalina, con una emoción en el rostro comentó la impresión que tiene de ver culturas como las orientales donde no hacen distinciones en las disciplinas, y por ende le gustaría que fuese así aquí en México.
Sin dejar de lado el consumo de la cultura en el país agregó: “Si se consumen las artes, porque en cada pueblo y barrio hay fiestas y ahí se ve reflejado eso que se consume en cada espacio que se puede, como en el metro, camiones, y pese a que no hay una cultura de la remuneración hacía los artistas el público si busca el arte porque lo necesita. Y se debería apoyar más por parte del gobierno para que el artista siga generando proyectos, sin cobrar un centavo a la gente.”
Para la cantante, que mira objetivamente a su alrededor, ha sido un paso importante la música en su vida, como lo dijo :“yo al tocar la jarana sentí que volví a nacer” y así inmersa en este mundo, ha visto la igualdad de género que predomina en el mismo y añadió “algo que me gusta del Son Jarocho es que puede estar en cualquier lugar, puede ser en cualquier parte, casa, comida, lugar y nosotros más que ensayar nos reunimos para tocar”.
Su vida de la artista ha estado llena de emociones y proyectos y al traspasar los telones y escenarios, la educación tomó protagonismo por un momento, aunque actualmente lo ha dejado, no deja de lado retomarlo en algún momento.
La motivación que diluye desde su mirada hasta su forma de bailar, inmiscuida en la esencia de Ana, es “dar una función y ver a la gente contenta por una hora, para mi es una gran retribución, no tiene precio” y es por ello que cada día al bailar, ensayar o cantar en cada proyecto que hoy tiene en puerta, ella alimenta a su espíritu, y finalizó “la parte artística la llevamos todas las personas, yo creo que el espectador está alimentando su espíritu a través del artista, para olvidarte de la parte caótica que existe en la vida”.
Por: Estefania Belmonte Camacho
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