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La vida con el Covid19: Crónica

Las calles están semivacías de gente, me encuentro sentado en el sofá de mi casa, guardando cuarentena pese que la pandemia es evidente, al menos así lo muestran en los noticieros y se leen en las redes sociales con el aumento agigantado de casos y muertes por Covid19.





El día es soleado, mi vecino de enfrente de mi apartamento tiene sus bocinas con música en alto volumen. Recién me entero de que un amigo se infectó y falleció. Era un hombre de edad avanzada. Respiro profundo y me dispongo a salir por mi despensa, según yo, respetando las medidas de higiene recomendadas por el gobierno de la Ciudad de México.


Preparo mis alimentos y comienzo a sentir dolor en mi espalda y brazos, pienso...., seguro es por el ejercicio excesivo realizado durante la semana en casa. Me dirijo a la mesa, doy un sorbo a mi jugo de naranja que le compre a Doña Blanca por 25 pesos y me percato que no me sabe a naranja, quizá le faltó preparación, pensé.


Llegado el ocaso siento una comezón en mi garganta, deduzco: "Seguro es una aire que me pegó, se va a pasar". Abro el Facebook desde mi celular y solo se visualiza información sobre el virus; Muertes, contagios, desabasto de medicinas, personal médico fatigado y personas que superaron el Covid, en su mayoria jóvenes, mejor me dispongo a dormir.


Durante la noche comienzo a sentir fiebre, mi vida está en cuenta regresiva porque sospecho que lo que tengo es Covid, sin embrago me aferro a que es una simple gripa. Al amanecer la fiebre asciende, el cansancio y la tos son incesantes. Los pensamientos en mi cabeza se inclinan a la sugestión pandémica.


Decido quitar dudas y acudo al Triage de la Unidad Temporal Covid19 "City Banamex", la incertidumbre sube como espuma al ver a los enfermeros encargados de realizar valoraciones con sus trajes especiales tipo astronautas. Todo cambia cuando me dicen que tengo todos los síntomas y me recomiendan internarme al UTC "City Banamex".





La desesperación por vivir me llevan a hospitalizarme con la duda de no volver a mi casa. Con tanque de oxigeno a lado mío me recoge una camioneta propia de Banamex. El transcurso es largo, mi respiración es lenta. Hay tráfico en las calles y me cuestiono de la veracidad de la pandemia y cómo a la gente no le importa la situación actual.


Llego al hospital improvisado e implementado por la jefa de gobierno de la Ciudad de México en convenio con la UNAM y empresas afiliadas a Carlos Slim. Hace frio y los enfermos no paran de llegar. Todos lo enfermeros y médico tienen estrictas normas de higiene y el olor a cloro es palpable.


Me asignan mi cama, es la número 32 y donde me encuentro solo hay hombre adultos, sus edades oscilan entre los 35 y 60 años. Las tomas de signos vitales son cada 30 minutos. Me comunican que efectivamente tengo Covid19 y comienzan a proporcionarme medicamento, para ser exacto Dexametasona.


Los doctores que en su mayoría son de la UNAM y de edad jóven me informan que debo permanecer en el nosocomio por una semana para estar en revisión constante. La atención es admirable. El desayuno es a la ocho de la mañana, la comida a la una, te ofrecen una cena a las seis y una guarnición a las diez de la noche y en todas ellas las grasas no existen, el pollo hervido es la estrella de los alimentos.




El lugar se compone de diferentes secciones, desde los casos mas leves hasta terapia intensiva, en el lugar solo se escuchan las maquinas de oxigeno, murmuros de los mismos enfermeros y la música que ponen desde la administración del hospital.


Aproximadamente cada 4 horas un paciente ha superado el Covid y tocan una campana que denota la victoria sobre el virus, entonces todo el hospital comienza a aplaudir. Las noches y días son largas porque todos desean salir lo antes posible hasta que por fin sales, con secuelas, fatiga y 15 kilos menos.




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