Dicen que el amor de madre no es una cosa que se forme con el vínculo biológico que comparten los bebés con sus progenitoras, en cambio, ese sentimiento tiene que ver con un lazo formado más allá de la sangre que convierte a nuestras madres en cuidadoras de nuestros sueños y deseos, además de ayudarnos a ser personas de bien que sean la diferencia en un mundo lleno de malas intenciones y gente falsa.
Por lo tanto, el amor de madre viene en distintas presentaciones, no importa si se tratan de hijos biológicos o adoptados, el instinto de protección es más fuerte que cualquier cosa; es esto lo que lleva a Leigh Anne (Sandra Bullock) a acoger al joven e imponente Michael (Quinton Aaron), un chico desamparado cuya caótica vida le ha llevado a tener un pésimo desempeño escolar, sin embargo, Big Mike, como es conocido en los pasillos escolares, tiene potencial para el futbol americano, por lo que el entrenador está interesado en reclutarlo en el equipo.
Esta historia, además de demostrarnos lo espontáneo que puede ser el amor, deja una clara lección sobre aquel famoso dicho de que el corazón nunca se equivoca y que cuando te decides a entregar lo mejor de ti, pronto cosecharás los frutos del amor brindado.
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