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¿Qué se puede decir de 1968 que no se haya dicho ya?

Por Iván Aicrag


¿Qué se puede decir de 1968 que no se haya dicho ya? Ese es acaso el movimiento estudiantil más abordado, investigado y analizado de la historia reciente mexicana.


Sin embargo, acercarnos a los protagonistas de aquellos crueles días nos ayudan a observar con mayor claridad los acontecimientos que marcaron la vida política del México de la segunda mitad del siglo XX.


Uno de los líderes del movimiento, Gilberto Guevara Niebla, escribió su propia experiencia en las páginas de La Crónica de Hoy de una manera clara y digerible que cualquier interesado en el tema puede comprender.



En una serie de 21 entregas desmenuza el conflicto entre los estudiantes y el gobierno de Díaz Ordaz.


En los primeros textos nos ayuda a recordar que todo comenzó con un enfrentamiento entre dos escuelas con antagonismos en apariencia irreconciliables y que, con el transcurrir de los días, encontraron afinidades que le dieron forma y sustento a los reclamos que tenían contra el gobierno. Se convirtieron en una sola y poderosa fuerza.


No es intención en este momento abundar más en lo que es de dominio popular. Para ello recomendamos revisar lo escrito por Guevara Niebla.


Un hecho a resaltar, y que resulta imposible dejar de contrastarlo con algunos fenómenos actuales, es la unión bajo ciertos ideales, expresados durante las marchas y protestas.

Hoy en día vemos, como no se vio en las marchas de los estudiantes de 1968, que no toda la sociedad simpatiza con las manifestaciones -legítimas, claro- de distintos grupos y colectivos sociales.



Los actos vandálicos realizados durante las protestas feministas y de los familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos, por poner un par de ejemplos, nos muestran que el México del 68 se está convirtiendo en uno radicalizado.


La violencia -aquella sufrida por los estudiantes, hoy proferida por los manifestantes- no tiene sino dos efectos: evita que las demandas legítimas sean escuchadas y satisfechas, y genera rechazo por parte de buena parte de la sociedad que no piensa aplaudir tales actitudes.


Ojalá que este 2 de octubre no se olvide que no podemos permitir más víctimas civiles, pero que también se tenga claro que la sociedad no puede derivar en victimaria aunque, basándonos en las más recientes manifestaciones, quizá podamos esperar más actos incendiarios que pacíficos. Ya veremos…


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